EL PRIMER DÍA
Y así fue que NO sobreviví a mi
primer día de graduada ¿Estoy muerta entonces? Medio muerta seguía hace cuatro
meses, un día bien, un día mal. Hoy, un día después de haberme graduado estoy más viva que nunca.
Llevo entrenándome 4 meses, pero
hoy empezó el verdadero entrenamiento, ese en el que nadie está detrás de ti
diciéndote qué hacer, alentándote o haciéndote ver eso que no quieres. Es
momento de encararme, de decirme lo que no es cómodo escuchar, pero es
necesario para levantarme, pues hoy me conozco mucho más y soy capaz de
hacerlo.
Durante 4 meses me he entrenado
con un grupo de personas maravillosas de las cuales les he hablado en otros
post. Junto a ellos he aprendido muchísimo y hoy quiero compartir un poco de eso
con ustedes:
- Primero, no existe entrenamiento
que te saque de tu zona de confort ni que te “cambie la vida”. El único que
puede hacerlo eres tú. Todos los entrenamiento pueden orillarte a hacerlo, pero
finalmente tú tienes la decisión.
- Cada momento siempre es el
correcto, nada te llega antes ni después, si tú ahora estás viviendo una etapa
difícil, créeme hay un para qué tan grande, todo es un proceso. Las personas
correctas siempre están en el momento correcto porque recuerda que nada es
casual en nuestras vidas.
- Aprendí a ver a las personas
desde su grandeza, no desde un “pobre, ya tiene muchos años para hacer algo
como esto” o también lo que solemos creer sobre entrenarnos, que necesitamos
estar rotos para hacerlo, que necesitamos estar mal emocionalmente, sin darnos
cuenta, que sea en la etapa que estemos, siempre hay un escalón más, un paso
más para mejorar día a día.
- Descubrí que el miedo que más me
detenía era el miedo a brillar, el miedo al éxito, no fue fácil aceptarlo y
quizás aún no lo sigue siendo y me seguiré entrenando para eso, pero cuando
estás rodeada de un equipo que te lanza y cree en ti, justo en el momento en el
que tú dejaste de creer, todo se hace más sencillo.
Me di cuenta que la
vulnerabilidad no era una debilidad, sino una fortaleza que hoy en día muy
pocos la tienen. Mostrar tus emociones sin temor, abrazar la felicidad y la
tristeza, con quien sea y donde sea.
Ser uno mismo, es un regalo que
vale la pena darse siempre.
Esto, es solo un poco de lo que
aprendí en estos últimos 4 meses. ¿Y saben qué es lo más preciado? Que cada uno
de estos 31 seres que ven aquí, se llevó un aprendizaje diferente. Todos
estuvimos en la misma cancha, pero cada uno aprendió lo que tenía que aprender.
Un entrenamiento no te define ni te va a “arreglar”, eres tú quien lo hace y
qué mejor si viene con amigos que hoy son como tus hermanos.
¡Que la vida nos cruce siempre!
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